Un mito que se debe acabar: «¡Ese es un adversario al que no le podemos ganar!»

Luis Montes Bravo

En nuestra historia deportiva hay mitos que venimos arrastrando por décadas. En futbol, que a “Brasil no se le puede ganar”, en basquetbol que a los Estados Unidos no se le puede ganar. En ese marco, ya desde categorías menores se viene creando la idea de que “aquel” o a “aquel” de allá no se les puede ganar. En el ámbito basquetero, las “excusas” abundan: déficit de preparación (mental y física), una selección con poca estatura para competir con los “gigantes”, poco roce internacional y otras que se han argumentado. Para muchos, las excusas sobran cuando sabemos que el secreto de otros ha sido trabajar a sus atletas desde la etapa infantil, metalizándolos a ser disciplinados, a trabajar en equipo y a ser ganadores.


Imaginemos este caso. Un entrenador, quien se hace cargo de un equipo infantil y a quien se encomienda la misión de entrenarlos y dirigirlos en un torneo local. Este, tiene varios años realizándose y goza de la reputación de ser “fuerte y muy competitivo”. El tiempo para que se inicie es muy corto y existen fuertes expectativas respecto al equipo. Los padres, la comunidad escolar, allegados y los mismos niños tienen gran confianza en que “la nueva conducción” les llevará a lograr frutos. Sin embargo, Entrenador no es del la zona, desconoce el ambiente, el clima y al “personal” con el que le tocará trabajar. Lo que si percibe es la gran presión, responsabilidad e incertidumbre ante lo “desconocido”.


Llega el día inaugural. Ya ha tenido contacto con sus chicos y observa entusiasmo, disposición y un nivel técnico que los ayudará. Sin embargo, la estatura promedio es baja, en relación a los demás equipos.


 Durante la presentación y desfile inicial se percata que la estatura de su equipo no solo es baja sino que la de los demás es más alta de lo que tenía en mente. Además, la mayoría de los equipos, en conocimiento de su “altura” han establecido un nivel y estilo de juego donde esa fortaleza ha sido predominante.  Vienen en ese momento varias interrogantes:


Este es el llamado deporte de los “Gigantes” – ¿Será que ya por el “tamaño” estoy “condenado” a perder con este equipo de chiquititos”?


¿Hay manera de hacer que este equipo, mi equipo, sea competitivo en esta categoría?


¿Existe manera que estos “chiquiticos” se destaquen contra estos “gigantes”?


¿De qué manera se deben manejar las expectativas de los niños a fin de que esta “debilidad” no dañe su motivación, espíritu y autoestima deportiva?

 ¿Será que la estatura, como muchos piensan, es condición elemental para formar basquetbolistas de “alta competencia”?


Cuando mi hijo tenía 3 años ya tenía entre sus manos un balón de basquetbol. Desde esa temprana edad aprendió a driblar con “técnica” y jugaba en su tablero a “clavarla” como Shaq. Creció viendo la NBA (Michael Jordan y compañía, Reggie Miller y sus Pacers, Stockton y Malone con los Jazz, Patrick Ewing y los Knicks, Hakeem Olajuwon con Houston, Kobe y Shaq con los Lakers, Charles Barkley con Phoenix. Cuando cumplió los 6 años comenzamos a buscar una escuela donde canalizar su “talento” basquetero. Durante este periodo, conocimos varios lugares. De mi experiencia de esa época y al confirmarla con algunos niños y otros padres, en el ambiente se daba prioridad a quien tuviera el “potencial” de “crecer”. Inclusive algunos niños se “frustraban” antes de empezar cuando les llamaban “enanos”. Aunque le hablaba mucho a mi hijo de que la estatura “no era lo único” y que él y sus amigos “iban a crecer” le ponía como ejemplo a “Muggsy” Bougues (Tyrone Curtis Bougues) que con 1,59mts de estatura y 62kg de peso jugó 14 temporadas de NBA con cuatro equipos distintos: Washington Bullets (actualmente Wizards), Charlotte Hornets, Golden State Warriors y Toronto Raptors. Sin embargo, de poco sirvieron las charlas. En él al igual que en sus amigos la motivación se fue apagando y no hubo una voz diferente a la mía que les hiciera cambiar de parecer. Algunos ya con la etiqueta de “enanos” simplemente prefirieron buscar su camino en otros deportes (béisbol – futbol).


 Cuando en la actualidad reflexiono, me pregunto: ¿cuántos talentos se han “frustrado” antes de empezar? – ¿Cuantas puertas se han “cerrado” antes de abrirse? y Cuanto valor tienen aquellos que “aguantaron” el camino y “blindaron” su autoestima y su motivación a seguir adelante. Aquí es donde el papel del Entrenador y su cuerpo Técnico juegan un rol determinante.


Regresando al caso de nuestro amigo y pensando en la situación y sus preguntas, viene un caso a mi memoria donde el “débil”, con inteligencia, venció al fuerte.

Esta historia se dio en Francia en 1547. Fue el último duelo “aprobado” que se realizó en esa localidad. En aquellos tiempos, los duelos entre caballeros eran “legales” y se hacían en presencia de las autoridades, incluyéndose el mismísimo Rey (Enrique II). Según se relata, Gai Chabot de Jarrnac fue retado a muerte por Francisco Vivone de la Chataigneraye con la finalidad de “limpiar” su mancillado honor debido a un “problema de faldas”. Vivone era un experto espadachín en cambio Chabot apenas sabía “agarrarla”. Sin embargo, Chabot se asesoró con “expertos” quienes le plantearon una estrategia que pudiera resumirse de así: “Mantén el combate y mantente fuera de su alcance. Evita sus ataques y el ser herido. Espera el momento justo y hiérelo en sus puntos débiles hasta que no pueda pelear. En ese momento habrás salvado tú vida”. El duelo se dio según lo pautado y Chabot se enfrentó ante un “arrogante” Vivone. Este espero el momento justo y le hirió en varias oportunidades las piernas hasta que Vivone no pudo mantenerse en pie. Ya en el suelo y sin poder pelear, Chabot no lo ejecutó y Vivone prefirió morir desangrado para así mantener su concepto de “morir con honor”. Después de todo este espectáculo, Enrique II “prohibió” los duelos.


Y de estos dos «cuentos», ¿qué conclusiones pudiéramos sacar?:


No caer en desesperación ante la desigualdad, las presiones, la responsabilidad. Nunca se debe dar por vencido antes de luchar. Hay que analizar al “enemigo”, conocerle y buscar sus debilidades (físicas – mentales – emocionales) e identificar las nuestras a fin de convertirlas en fortalezas.


Hacer que el contrario caiga en nuestro juego y buscando la forma de desarrollar e imponer nuestro.


Preparar y aplicar ese “conjunto de acciones planificadas que puestas en práctica sistemáticamente, son llevadas a cabo en promoción de un determinado fin o misión”. Esto es lo que define al término ESTRATEGIA.


El deporte posiblemente es una de las actividades sobre la cual se adapta mejor este concepto militarista. Dentro de ese campo, la Estrategia consiste en la “planificación de las operaciones, partiendo desde el análisis de las condiciones del enemigo, del tiempo, del terreno y de los medios de combate, a fin de establecer el uso más eficiente de las potencialidades de las tropas, bajo la premisa de vencer al adversario al menor costo material, humano, político y económico posible”. De aquí que los conceptos del sabio Sun Tzu sean tan útiles dentro de este campo (“El que conoce al otro y se conoce a sí mismo, no pondrá la victoria en peligro – El que conoce la tierra y conoce el cielo tendrá la victoria completa”).


 La Planificación Estratégica, es parte del concepto anterior que toma en cuenta una visión a corto, mediano y largo plazo en la aplicación de todas las acciones.

Todo aquel que trabaja en Niveles Formativos, debe manejar conceptos básicos (y que han sido tratados en notas anteriores): Aspectos Psico-Emocionales y patrones de aprendizaje durante la Niñez, Identidad, Imagen, Autoestima, Responsabilidad, Motivación, Solidaridad, Compañerismo, Trabajo en Equipo, Inteligencia Emocional.


 Quien maneja Niveles Formativos (en inclusive a veces en niveles superiores), debería evitar “etiquetar” o el decir “no puede”. A un niño no se le debe “frenar” su camino. La labor es dirigirle, enseñarle, protegerle y ayudarle a que haga “consciente” sus debilidades (para corregirlas) y sus fortalezas (para consolidarlas). En pocas palabras, hay que dar la oportunidad.


 Quizás en el caso de nuestro amigo Entrenador, algunas cosas no son aplicables debido al corto plazo de que dispone y a la necesidad de una “acción” en contingencia. Sin embargo, varios aspectos deben haber “revoloteado” en su “cabeza”. Estimular a su gente, motivarlos a creer en sí mismos, hacerles pensar en que con una buena estrategia y trabajo en equipo se pueden lograr las cosas, que fortalecer la identidad y autoestima promoverá un mejor desempeño,  que no hay enemigo tan grande que no pueda ser vencido ni tan pequeño que no pueda lograr el triunfo, pero quizás, la más importante: trabajemos con fe, disciplina y esperanza, creyendo en nosotros mismos, que pase lo que pase, al final nos sintamos satisfechos de nuestro trabajo.


  Para finalizar, cito otra de Sun Tzu, en este caso refiriéndose a la serpiente Shuai-Jan: “Si golpeas su cabeza, ella te atacará con la cola. Si golpeas su cola, te atacará con la cabeza. Si le golpeas sus anillos, te atacara con cabeza y cola – Se puede convertir al ejercito en una serpiente Shuai-Jan? – Yo te respondería: se puede”.


En mi percepción, los últimos 10 años han sido de crecimiento y desarrollo de Escuelas dedicadas a la enseñanza del Basquetbol. A lo largo y ancho de nuestro territorio existen hoy en día escuelas que están trabajando duro por nuestros muchachos. Mucha gente ya comprendió la importancia de formar a nuestros basqueteros desde “pequeños”. Con mucho agrado se ve que todo ese esfuerzo ya está dando frutos. Desde aquí, este humilde reconocimiento y un mensaje de aliento y apoyo a todos aquellos que dedican parte de su vida a está importante labor. El futuro está en sus manos. Dios los bendiga.


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