Imagínese Usted jugando un uno contra uno. Usted se tiene confianza y se considera un “duro”, un “guapo” al que “no le gana nadie”. Entra a la cancha y ve a un tipo alto y flaco que está sentado con una toalla en la cabeza. Lo ve y piensa: “a ese flaco me lo bailo yo”. Ya se siente ganador, ya se ve ganador, es más, ya ganó. Se siente grande y “chalequea” al contrario. Sin embargo, el tipo ni se inmuta. Llaman a juego y Usted va “sobrao”. Ve que viene el flaco, caminando lento, con la toalla aún en la cabeza y Usted piensa otra vez: “pan comido – esta asustao – no me quiere ni ver”. Llega al centro de la cancha, y el Árbitro va a iniciar el juego. El flaco se quita la toalla y Usted se da cuenta que el individuo es Michael Jordan. Y ahora: ¿Qué va a hacer?”.
Probablemente si el flaco le hubiera jugado con una máscara, Usted hubiera mantenido su “identidad invencible” y probablemente le hubiera jugado “tú a tú”, sin influencias. Sin embargo, lo identifico y se bloqueó. Quizás lo que le faltó fue pedirle un autógrafo. Muy probablemente lo que pensó fue: “Ya estoy muerto – ese es Michael Jordan”. Desde ese mismo momento, antes de empezar, ya perdió.
Cada persona, cada atleta, cada equipo, cada selección, cada país, todos tienen una identidad particular que les diferencia de los demás. Esa identidad se encuentra vinculada de manera inseparable a su imagen y a su autoestima. De esa identidad puede depender su comportamiento y desempeño ante los retos de la vida.
Puede decirse que el término Identidad está definido según el punto de vista en que se aborde (legal, de género, de profesión, psicológica, social). Sin embargo, de manera general, identidad es la manera como nos diferenciamos de los demás. Ella determina lo que somos, lo que nos identifica y lo que nos define la imagen. La imagen es lo que representamos para los demás, como nos ven. Es la carta de presentación con la que enfrentamos al mundo. Siguiendo esta secuencia, nuestra imagen influye sobre nuestra Autoestima. Una buena identificación, una buena imagen nos ayuda de manera determinante a tener una alta autoestima.
Cuando se trabaja a nivel formativo, desde la niñez temprana se comienza a construir la identidad. Desde que el niño nace ya viene con una identidad legal y de género. Progresivamente esta se va desarrollando, primero en el entorno donde el niño se desenvuelve (siendo tratado en función a su género). Posteriormente, a partir de los 5 a 6 años, el desarrollo cognitivo y emocional del niño le permite que inicie su proceso de independencia como individuo y su desenvolvimiento social, comenzando desde ahí el proceso de comprensión y formación de lo que será su imagen y su futura autoestima. Un adecuado proceso de formación en estas fases se verá reflejado en un adulto (atleta) con “mejores” herramientas para su desempeño ante los retos de la vida (y el deporte).
Piensen Ustedes, cuantos “fenómenos” deportivos han sido frustrados antes de comenzar. Cuantos se han “bloqueado” por un inadecuado manejo de su enseñanza y sus emociones. Cuanta responsabilidad al respecto tenemos los padres, maestros, y los entrenadores sobre el desarrollo de estos atletas.
Considerando el caso del atleta, sería ideal que este primeramente tuviera conciencia de su identidad. Esto implica tener conciencia “real” de sus capacidades, sus aptitudes, sus actitudes, sus talentos, sus principios, sus valores, sus fortalezas, sus debilidades. De ahí hay que establecer un proceso planificado de formación y desarrollo basado en la consolidación de los principios y valores, fortaleciendo lo positivo y estableciendo los correctivos sobre los aspectos débiles o negativos.
Cuando este proceso se ejecuta adecuadamente, el “individuo” crea y toma una percepción justa de quien es, lo cual es la base para el establecimiento consecuente de su imagen y autoestima. La identidad se nutre, se complementa y se fortalece de con nuestra historia. Somos reflejo de nuestro pasado. Esto en conjunto representa la fuerza que permitirá “enfrentarse” al mundo.
Llegado a este punto, toma relevancia el concepto de Identidad Social (Tajfel – Turner), el cual permite comprender los fundamentos psicológicos del comportamiento entre grupos. Esta teoría se compone de cuatro elementos:
1) Categorización: a menudo ponemos a los demás (y a nosotros mismos) dentro de categorías. “Etiquetar” a alguien como “buen o mal” jugador, como “honesto o tramposo”, “mal intencionado” o “desleal”, etc; son formas de decir cosas acerca de los demás.
2) Identificación: Nos asociamos con determinados grupos (nuestros grupos), para reafirmar nuestra autoestima.
3) Comparación: Nos comparamos con los demás grupos, percibiendo un sesgo favorable hacia el grupo al que pertenecemos.
4) Distinción psicosocial: deseamos que nuestra identidad sea a la vez “distinta de” y positivamente comparable con otros grupos.
En el mundo real, la ejecución sistemática de todo este proceso se puede considerar una “utopía”.
En el caso deportivo, cuando un entrenador toma a un grupo de atletas para formar un equipo que funcione como un verdadero “Team Work”, debe tenerse en cuenta algunos aspectos:
¿Cual es y cuál será la identidad de ese equipo?
¿Cuáles son los principios y valores que lo sustentan?
¿Sobre qué categoría será su desempeño?
¿Cuál será su comparación y distinción psicosocial?
¿Cuáles son las características particulares de cada uno de los integrantes y como poder adaptarlos al funcionamiento en grupo para poder así “explotar” sus virtudes?
¿Cómo establecer las bases para formar el “Team Work”?
¿Cómo establecer y fomentar una Identidad Propia?
¿Cómo crear y aprender a usar la imagen (personal y/o de equipo) como un “símbolo de identificación” y un “arma” de persuasión.
¿Cómo establecer los mecanismos idóneos de adaptación, equilibrio, equidad, lealtad, honestidad, confianza, respeto e inteligencia, que permitan fomentar y guiar la ruta hacia el logro de las metas y objetivos?
En cada caso (individual – equipo), estos principios funcionan de la misma manera, permitiendo el establecimiento de una identidad y una imagen acorde con la realidad, lo cual a su vez determina una autoestima real. Cuando se tiene clara nuestra “real autoestima”, se tienen identificadas las fortalezas y las debilidades sobre las que hay que trabajar.
Nuevamente y para poner en evidencia estos conceptos, tomo como ejemplos a los “Héroes de Portland”. En 1991 – 1992 la influencia mediática no es como la de ahora. La globalización que conocemos no existía. El “Showtime” que es manejado de manera “sublime” por la NBA no era tan “efectivo” en nuestro medio. En mi percepción los nuestros se fueron formando “a punta de éxitos y fracasos”, creando su identidad, creyéndose lo que hacían, no dejándose influenciar por la “grandeza” que los medios propagandísticos le decían de sus rivales. No se bloquearon ante la imagen “sobrenatural e invencible” que nos transmitía el “Showtime” norteamericano – NBA. Afrontaron el reto en base a “lo que tuvieron al frente” sin sentirse subestimados. Fueron siempre ellos. Con humildad escalaron posiciones y llegaron a donde llegaron.
Los nuestros no pudieron con el “Dream Team”, pero quien hubiera podido contra el equipo que fue considerado como el “mejor de la historia – pieza a pieza”. Sin embargo, con todo y eso, los nuestros no se amilanaron y por momentos hasta se vieron con el potencial de vencer a ese “monstruo” (a muchos que lo vimos en directo, por momentos del partido nos esperanzamos en un “tú a tú” ajustado o en un “score” más estrecho). Imagínense lo que significa ponérsele al frente al mismísimo Michael Jordan, a Larry Byrd, al “Magic”, por nombrar algunos. Hay que “tener guáramo” y convicción para enfrentárseles. Aún siendo “derrotados” ellos fueron victoriosos. Por eso hasta nuestros días y en la historia, siempre serán recordados como héroes.
Finalmente amigo lector, el mensaje y reflexión que transmito y repito a mi hijo (y a todo aquel que me pide, en algún momento, alguna sugerencia de vida): “sean siempre ustedes mismos, evalúense día a día para corregir sus errores y mejorar sus virtudes, ustedes no son mejores que nadie pero tampoco son menos que nadie, establezcan y fortalezcan su identidad, construyan su imagen, consoliden su autoestima, no se dejen menospreciar por nadie, todo obstáculo puede vencerse con inteligencia y una estrategia adecuada, trabajen en función a ello, nada en la vida viene fácil y al logro sobre lo difícil se le da “más valor”, luchen por sus ideales, persigan sus sueños y vivan bajo el precepto del respeto (respetar a los demás para ser respetado – exigir respeto como base de nuestra convivencia)”.
Cuando mi hijo tenía 5 años, transcurría el año 2000, los Angeles Lakers fueron campeones. Recuerdo le decía cada vez que veíamos a Shaq: “con inteligencia tú puedes ganarle a cualquiera – Shaq será “el grandote”, pero si tú crees en ti mismo y lo haces caer en tú juego, tú serás el vencedor”.
Saludos y que Dios los bendiga.
Referencias
Jackson, Phil (2002). Canastas Sagradas – Lecciones espirituales de un guerrero de los tableros. Badelona, España.
Sun, Tzu (2009). El Arte de la Guerra – Versión, estudio y notas del Grupo Denma. Editorial EDAF, Madrid, España.
Tajfel, Henri; Turner, John (1979). An Integrative Theory of Intergroup Conflict. En: Austin, William G.; Worchel, Stephen. The Social Psychology of Intergroup Relations. Monterey, CA: Brooks-Cole: pp. 94–109.
Taylor, Donald; Moghaddam, Fathali (1994). Social Identity Theory. En: “Theories of Intergroup Relations: International Social Psychological Perspectives” (2nd edición). Westport, CT: Praeger Publishers: pp. 80–1.
Valenciano Oller, Mauro (2010). El Entrenador y el equipo – Aprendiendo a ser un buen entrenador de formación. Badelona, España.